Amantes de la gastronomía a un lado, amigos de la pizza recalentada a otro, el arte culinario renació el día que se inventó el robot de cocina. Un utensilio que acorta tiempos y tareas. No en vano el primer robot de cocina popular fue inventado por Pierre Verdun al ver cómo sus pinches pasaban horas y horas cortando, rallando y mezclando ingredientes. Era 1961 y el invento, el Robot-Coupe, concentró su actividad en la industria del catering.
Entretanto, la alemana Vorwerk ponía a punto su Thermomix, la gran leyenda de la cocina capaz de cortar, mezclar, amasar, cocer a fuego lento, hervir y cocer al vapor. Su evolución técnica aún se haría esperar, con los Magimix estadounidenses, comercializados a partir de 1972. Fue entonces cuando el mercado doméstico constató una realidad: cocinar no tiene por qué ser tan tedioso.
LA DEMOCRATIZACIÓN DEL ROBOT
Viajemos al futuro. Al otro lado del mundo, en China, el fabricante Xiaomi planea diseñar una serie de aparatos de cocina de muy bajo coste y similar gasto energético, para facilitar herramientas a zonas rurales y periféricas con economías pobres y acceso limitado a electricidad.
Así fue como nació el Mi Rice Cooker de Xiaomi, una arrocera de 90 euros que cocina al vapor y consume unos escasos 300 vatios, gracias a su sistema de cocción por inducción, más eficaz que los modelos de resistencia eléctrica.
Junto al Ocooker Circle, electrodoméstico para preparar batidos y smoothies, y el Ocooker Robot, fabricado en acero inoxidable 304 y capaz de hacer funciones de microondas, horno (asar), cocer, hervir y freír, cualquier cocina del mundo puede emular las principales técnicas de elaboración por un coste mínimo. La democratización definitiva, sea cual sea nuestra cultura gastronómica.