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Mi casa es un robot

¿Un hogar que se protege solo, que se limpia solo, que se conecta a Internet? Un concepto fantástico que a principios del pasado siglo ya era una idea en firme. O tal vez antes, desde que Nikola Tesla inventara el mando a distancia en 1785, con la ambición de controlar remotamente un barco. Si en 1901 se comercializaba la primera aspiradora —y, tiempo después, la secadora, lavadora, plancha, lavavajillas eléctrico...—, debemos remontarnos a 1984 para encontrar el primer programa domótico.

Entonces el hogar inteligente solo era una posibilidad, no una herramienta práctica. Ha sido a través de las redes domésticas y el IoT cuando nuestras casas han adquirido “consciencia”. El actual hogar inteligente plantea dos soluciones: ahorro energético y seguridad. Ahorro a través de termostatos WiFi que activan o desactivan la calefacción a determinadas horas, persianas que aprovechan la máxima iluminación solar y luces que se apagan cuando no detectan actividad. Y seguridad porque, sin siquiera estar en casa, recibiremos un aviso de incendio, fuga de gas o escape de agua, podremos grabar las entradas y salidas y nuestra cerradura reconocerá cualquier intento de intrusión.

MÁS SENSORES = MÁS INTELIGENCIA

Estos dos valores han sido las máximas que persiguió Xiaomi desde sus primeros sistemas integrales para smart homes. El primer Xiaomi Smart Home kit constó de cuatro componentes: una base o centralita (gateway), un sensor para abrir o cerrar puertas y ventanas, un sensor de movimiento —con detectores de humedad y temperatura desde -20 a 60ºC— y un interruptor inteligente desde el que reconocer si alguna luz se apaga, alguna puerta se abre, o desde el que activar/desactivar nuestra cámara de seguridad. Mediante la app Mi Home se pueden ir añadiendo nuevos gadgets.

En España tuvimos que esperar hasta este mismo año, cuando aterrizó el Mi Smart Sensor Set, con su propio HUB de control. Una lenta implementación —la tecnología de smart homes habrá alcanzando el 38,7% en 2021— con la que disminuir tanto la huella ecológica como nuestra factura: los informes de administraciones energéticas no dejan lugar a dudas: el 42% del gasto promedio se dedica a calentar el hogar. Gracias a un hogar inteligente, podemos ahorrar hasta un 20%.